Testimonio Juana

Un día como cualquier otro, me vi envuelta en una situación que cambiaría mi vida para siempre. Estaba sentada frente al médico que sería un gran apoyo para mí. Después del diagnóstico de cáncer de mama que me acababa de dar, sólo atinaba a estar y tratar de comprender las palabras del especialista, que se esforzaba para que mi marido y yo comprendiéramos que estábamos a tiempo, era pequeño, y que seguiríamos el protocolo correspondiente en este caso. Esto implicaba operación, quimioterapia, rayos y posteriormente una medicación por 5 años.

Yo que siempre fui sana, con solo 38 años y un hijo pequeño de 6 años, no podía entender cómo había llegado hasta ahí. Con mi padre con cáncer de próstata, la familia entera estaba afligida y la enfermedad la vivíamos como propia. Sufríamos a su par.
Debo reconocer que frente a la noticia, se desmoronó mi mundo y sentía gran angustia, lloré y lloré hasta cansarme. No podía permitirme dejar este mundo tan joven, con un hijo, con tantos sueños sin cumplir, con tantos lugares sin conocer. Tenía que ser fuerte por ellos, por mi marido, la familia y por MI. Tenía mucho porque vivir.

Después surgió un problema enorme para mí, cómo encarar a los míos, cómo decirle a mi hijo, a mis padres, hermanos y amigos. No tenía la energía, la cara para decirlo y recibir en sus rostros la angustia, el pánico que genera. Mirar sus ojos y ver lo que yo no quería Ver. Ver aquella incertidumbre reflejada en sus caras. No podía encarar. Mi marido lo hizo y me allanó el camino del tal manera que no vi nada de lo que imaginaba. Gracias José. Les cuento esto porque SE lo difícil que es dar una mala noticia y hay que aprender a delegar.

Lo que más me dolió, fue el cambio físico, es impactante, la aceptación de tu nueva imagen es dura. Aunque esta sea por un tiempo. La caída del pelo por la quimioterapia fue durísimo, siempre estuve orgullosa de mi melena larga y frondosa. Pero tener la necesidad de raparme para no ver mis mechones de pelos caídos, porque los encontraba por cualquier lado, en la ducha, en la almohada, en mis camisas, por todos lados había pelos, fue un golpe a mi autoestima. No es fácil ver cómo te vas quedando pelada. En fin la opción fue raparme y buscar pelucas con una amiga, turbantes y lindos pañuelos. Me sorprendió lo natural de las pelucas, algunas muy lindas, hay opciones.
Me obligue a transitar está enfermedad con la mejor actitud que podía tener, a pesar de sentirme siempre cansada, agotada. Pero de buen humor. Resignada.

Me leí todo lo que llegó a mis manos e hice grandes cambios en mi vida, cambie la alimentación, más sana, más natural, seguí una dieta anti-cáncer. Y sigo hasta hoy cuidándome. Incorporé la meditación y el ejercicio físico que lo tenía abandonado.
Hoy siento que estos cambios han sido positivo. La enfermedad me obligó a priorizar mi salud, mi vida, me obligó a pensar en mis necesidades, deje de postergarme por los otros. El cambio fue radical, me cuido, me escucho, me siento y me quiero más. He aprendido a conocerme y puedo ser feliz con mi marido y mi hijo desde otro lugar.
Somos una familia muy religiosa y ser creyente, me ayudó muchísimo a superar esta situación.

Quise dar mi testimonio para decirle a las mujeres que están pasando por esto, que es duro pero que se puede, que es un tiempo de lucha y de cambios y seguramente saldrán fortalecidas como yo. Mi experiencia me llevo a darme cuenta, lo valiosa que es la vida, lo lindo que son los atardeceres, que la fruta tiene un sabor único, que los aromas de las flores son diferentes , que el miedo se vence, que somos más fuertes de lo que pensamos, que las personas somos distintas, me ayudo a ver a los otros con otros ojos, esta mirada me gusta más.

4 comentarios
  1. Lita Dice:

    Hermoso testimonio, las que hemos pasado por esa experiencia hemos vivido y aprendido lo que necesitamos para seguir creciendo. Lo mío ha sido encontrar el camino y seguir en el hasta el fin de mis días. Gracias por compartir

Los comentarios están desactivados.