Seguimos en la práctica de la meditación

Compartimos con ustedes estas maravillosas meditaciones que nos envió Mercedes Oliviere Acosta desde Holanda…
Las invitamos a la práctica de la meditación.

Vivir el momento

Cuando tomamos conciencia del momento que estamos viviendo, es probable que registremos muchas más cosas de lo que haríamos si nos dejáramos invadir por los pensamientos. Vivir el momento significa registrar lo que sentimos, también en nuestro cuerpo, y observarlo. Vivir el momento también es simplemente ser, no buscar nada más que sentir a través de la observación. Podemos elegir cualquier objeto dentro de la casa, o mirar por la ventana y ver un pájaro o las hojas de los árboles. Observamos durante unos instantes. Y podemos intentar registrar si escuchamos algo, al pájaro cantar, una bocina de un auto, el crujir de un mueble. O notar qué vemos, si tiene colores, formas, qué dimensiones. Tal vez podamos oler algo, dentro o fuera de la casa o de donde nos encontremos. Cuanto más atención demos a nuestros sentidos, más estaremos en el momento presente. También al dar atención a lo que pasa en nuestro cuerpo estamos viviendo el momento.

El cuerpo nos dice constantemente lo que pasa. Cualquier dolor, malestar, irritación que sentimos en el cuerpo, son señales de que algo está pasando en nuestra mente. Y cuanto más atención consciente demos al cuerpo, menos vamos a estar ocupados con nuestra cabeza.

Meditación:
Simplemente observar:

Nos sentamos derechos, con la espalda apoyada en una silla o sillón.
Respiramos varias veces, sintiendo el aire que entra por la nariz y va recorriendo nuestro cuerpo para salir nuevamente por la nariz.
Sentimos cómo pasa el aire por la cabeza, el cuello, el pecho, la espalda, la panza, la cola, los brazos, las piernas, los pies, las manos. Y vuelve a salir pasando por todos esos lugares otra vez.
Y nos ponemos a observar. Puede ser un punto en la pared, un objeto, un pájaro que vemos a través de la ventana, nubes en el cielo, lo que se nos presente.
Observamos sin buscar nada, sin analizar, sin intentar cambiar nada.
Sencillamente miramos ese objeto o punto que hemos elegido.
Y si nos distraemos, si aparecen pensamientos, registramos lo que aparece y volvemos a la meditación.
Seguimos observando, seguimos observando.
Y pasados unos momentos, volvemos a dar atención a la respiración.
El aire entra por la nariz, recorre nuestro cuerpo y vuelve a salir.
El aire entra por la nariz, recorre nuestro cuerpo y vuelve a salir.
Y cerramos la meditación.

Aprendemos de nuestra propia experiencia. Somos conscientes de dónde estamos, cómo estamos, y eso nos permite relacionarnos con las cosas que nos suceden desde un lugar de tranquilidad, reflexión. Sin angustias, sin enojo.

Ser agradecidos para seguir adelante:

“Gratitud no es solamente la virtud más grande, pero también la fuente de todas las otras virtudes”. Cicero
Muchos maestros meditadores hablan de la gratitud. De lo importante que es ser agradecidos cuando empieza el día, de lo bueno que es dar las gracias al terminarlo. Agradecer es una actitud muy humilde y bella. No siempre es fácil, pero cuando logramos ejercitarla nos deja una hermosa sensación de bienestar.
Demostrar gratitud es una manera de cerrar una relación con alguien que ha salido de nuestras vidas, pero que aún sigue presente en nuestros pensamientos. Es bueno tener presente qué rol ha jugado esta persona en nuestra vida y qué lecciones hemos aprendido de esta relación. Podemos imaginar que por estas lecciones queremos agradecer con un regalo simbólico. Sentimos la cálida gratitud por todo lo que le hemos podido dar, por todo lo que ha significado esta relación para nosotros. Y tratamos de sentir si podemos cerrar la relación después de esta interacción.

Meditación de la gratitud:

Comenzamos la meditación sentados. Tenemos en cuenta nuestra posición, los pies haciendo contacto con el piso, la cola apoyada en la silla o el sillón; la espalda erguida. Que sea una posición confortable. Nos tomamos unos momentos para sentir cómo estamos.
Y damos atención a la respiración. El aire entra por la nariz, va a nuestro pecho o nuestra panza, y vuelve a salir. Hacemos esto tres veces.
Y vamos a llevar la atención junto con la respiración a nuestro corazón. Traemos a nuestra atención a la persona a la que queremos agradecer algo. Intentamos sentir calor en nuestro corazón. Tratamos de encontrar sentimientos de bienestar, amor, benevolencia. Y nos proponemos dar las gracias por todo lo que hemos vivido con esta persona. Le hacemos un regalo, el regalo de nuestra gratitud. Le damos las gracias por la relación que tuvimos, por las cosas buenas, por los hermosos recuerdos, el amor, los momentos juntos. Los años compartidos con tantas experiencias, tantos sentimientos positivos. Intentamos quedarnos unos momentos sintiendo esta gratitud. Registramos lo que nos produce en nuestro cuerpo, tal vez haya alguna sensación en algún otro lugar. Seguimos respirando y llevando el aire cálido a nuestro pecho, a nuestro corazón. Inspiramos y exhalamos, inspiramos y exhalamos. Y poco a poco vamos alejando el recuerdo de esa persona, seguimos sintiendo gratitud pero vamos dejando que se vaya esa persona de nuestra atención. Nos despedimos de la persona, la dejamos ir. Observamos cómo se aleja lentamente de nuestra atención, hasta desaparecer. Y seguimos prestando atención a la respiración. El aire entra por la nariz, va a nuestro pecho o nuestra panza y vuelve a salir. Hacemos esto tres veces . Y vamos cerrando la meditación.

Mercedes Olivieri Acosta
Mindfulness trainer.
mercedesoa@hotmail.com